La higiene bucodental no está completa sin el uso de la seda dental. Es parte imprescindible de la limpieza de la boca, junto al cepillado y a los enjuagues que vendemos en Foramen.
No hay excusa para no usarla y en el mercado vamos a poder encontrar la que mejor se adapte a nuestros gustos, pues las hay con cera, sin ella y con formas y compuestos diferentes.
¿Cómo seleccionamos la mejor para nosotros?
Antes de usar la seda dental hay que escoger entre las diversas variedades. Por ejemplo, si tenemos los dientes muy juntos, podemos optar por el hilo sin cera, ya que se mete en espacios pequeños.
Se puede romper al deshilacharse, así que si eso nos ocurre con frecuencia es mejor adquirir el que lleva cera. Es más grueso y resistente que el anterior, pero tiene la desventaja de que la cera hace que acceder a zonas estrechas sea complicado.
Otra opción es la cinta dental. Es bastante más ancha que el hilo y la podemos comprar con cera o sin ella. Cuando tenemos los dientes algo más separados, funciona mejor que el hilo y es más cómoda.
Si ninguno de los anteriores nos convence, hay hilo llamado PTFE que está fabricado con un material muy similar al del Gore-Tex. Es excelente deslizándose entre los dientes y resiste muy bien al deshilachado, aunque suele ser más caro.
El hilo dental Superfloos cierra la lista. Parece lana y en los extremos posee secciones rígidas con las cuales se limpian muy bien los aparatos dentales o los puentes.
¿Qué longitud hemos de cortar?
Cuando ya sabemos qué tipo de seda dental nos gusta más, el primer paso para usarla es cortarla. La recomendación es que la sección de seda posea entre 45 y 50 cm, pues con ese largo vamos a tener espacio suficiente con el fin de limpiar los dientes con la parte que no está sucia.
Sobre todo al principio, es importante caer en la cuenta de ir empleando pequeñas secciones e ir moviendo la seda para que siempre nos limpiemos con un trozo inmaculado.
En cuanto a la longitud, esta es una estimación, por lo que iremos probando hasta encontrar aquella con la que nos sintamos más cómodos.
Hay que enrollarla en los dedos
Esa sección de 50 cm que cortamos en el paso anterior se enrolla en los dedos medios. Solo debe haber unos pocos cm trabajando, por lo que vamos enrollando la parte sucia en una mano, mientras que de la otra sacamos la limpia.
Así se consigue que no se enrolle o se nos enganche en cualquier elemento del cuarto de baño, lo que es frecuente si la dejamos estirada.
¿La usamos de manera suave o con firmeza?
Debemos pensar en que la encía es un tejido delicado. Eso significa que hay que emplear el hilo dental de manera suave y usando movimientos de sierra.
De hecho, es preferible dejar algo de placa a dañar las encías, puesto que después se elimina con uno de los enjuagues bucales que fabricamos en Foramen.
Una manera correcta de limpiar los espacios interdentales con la seda es hacer una “C” que envuelva el diente y deslizar la seda de arriba abajo en cada espacio interdental.
Si estamos aplicando demasiada fuerza enseguida lo sabremos por el dolor en la encía o incluso una pequeña mancha de sangre.
Hay que emplear el tiempo necesario
Al limpiar un espacio interdental cada vez, pasar el hilo dental es un proceso que lleva su tiempo. Eso significa que no hay que tener prisa, pues lo normal es que tardemos más con la seda que con el cepillado.
No hay que olvidar que este es un proceso delicado. Por eso se hace con cuidado y esto es incompatible con las prisas.
Se termina con un enjuague bucal
La limpieza se termina con un enjuague bucal como los que fabricamos en Foramen. Podemos escoger el que más nos guste y se encargará de eliminar todas las partículas que ha soltado la seda dental.
¿Tenemos alternativas a la seda dental?
Hay personas a las que el hilo dental les resulta incómodo por muchos motivos. Por suerte para ellos sí que hay una alternativa que pueden usar siempre que estén en su casa.
Se trata de un irrigador bucal, un sistema que hace la limpieza interdental con agua a presión y que realiza un trabajo similar al de la seda.
Eso sí, siempre conviene llevar hilo dental por si hay que salir de casa y nos queremos lavar los dientes. La seda cabe en cualquier bolso, pero el irrigador es una máquina aparatosa que ocupa mucho espacio en el baño y no se puede transportar.
Otra alternativa, más cómoda en determinadas ocasiones, son los cepillos interdentales. De hecho, aquellas personas que tienen algún tratamiento en su boca suelen decantarse por ellos.