Historia del cepillo dental

¿Alguna vez te has preguntado cuándo se inventó el cepillo de dientes? Como suele ocurrir con muchos objetos cotidianos, su aparición no fue instantánea, sino que se debe a una evolución que ha llevado miles de años.

Hace mucho tiempo que las personas sabían que tenían que limpiarse los dientes, por lo que han usado lo que había a su alcance a la hora de hacerlo como los vegetales, lo que ahora nos parece muy primitivo.

Todo comenzó masticando ramas

Si vemos los registros históricos, nos damos cuenta de que ya en el Antiguo Egipto y en Babilonia las personas cuidaban sus dientes. De hecho, alrededor del año 3500 a.C. se empleaban ramas de árboles aromáticos con este fin.

En África y en la India usaban las ramas de neem y de arak, pues poseen propiedades antibacterianas. No sabían por qué, pero eso hacía que no les dolieran los dientes.

¿Dónde surgió el primer cepillo de dientes?

Debemos esperar algunos miles de años y viajar al siglo VII de nuestra era, a China, para ver ya lo que sería un cepillo de dientes semejante al que tenemos ahora.

Consistía en un mango hecho de hueso o de bambú, al que se colocaban cerdas de pelo de jabalí. No era el cepillo más cómodo, por la dureza de las cerdas, pero se usó durante siglos y fue llevado a Europa.

¿Cuándo llegó a Europa?

Ya en Europa, el cepillo de dientes era algo propio de la gente pudiente. Se popularizó en el siglo XVII y no evolucionó demasiado con respecto a la versión china.

De hecho, solo se cambió el mango por uno de marfil o plata, con la idea de representar el estatus social de la persona que lo poseía. En cuanto a las cerdas, siguieron siendo de jabalí y de caballo en las regiones más ricas.

Por su parte, los pobres ni siquiera los conocían y se limpiaban los dientes con trapos que untaban en sal o ceniza.

¿Qué ocurrió en la Revolución Industrial?

Durante el siglo XIX se extendió por el mundo la conocida como Revolución Industrial, que comenzó en el siglo anterior en Inglaterra.

Fue el acontecimiento que más cambió el planeta, antes de la llegada de Internet, y eso se vio reflejado en el cepillo de dientes. Aquí se pasó de la producción artesanal a la manufactura industrial, lo que tuvo un impacto directo en la disponibilidad de los cepillos.

Así, aparece la fabricación en masa gracias a las máquinas y a las nuevas técnicas. Se reduce el costo y entonces la higiene bucal llega a la mayoría de la población.

Aunque no es del todo seguro, parece que el inventor de nuestro cepillo de dientes fue un tal William Addis en Inglaterra, más o menos en el año 1780.

El diseño se le ocurrió en la cárcel, cuando unió un hueso de ternera y el pelo de cerdo. Eso lo hacía económico y viable para la producción en masa, lo que ocurrió nada más salir Addis de la cárcel.

Con el paso de los años, el diseño fue evolucionando. Los fabricantes hicieron experimentos con muchos tipos de cerdas, pero por el momento seguían siendo de cerdo.

¿Cuándo aparecen las cerdas sintéticas?

Hay que esperar hasta el siglo XX, justo el momento en el que se produce otra revolución con la invención de los materiales sintéticos.

Sabemos que fue en 1938 cuando los cepillos se equipan por primera vez con cerdas de nailon y el artífice de esto fue Dupont de Nemours. Él consiguió inaugurar una época en la que se terminaron las cerdas de animales, ganando en higiene.

Por supuesto, este elemento tan importante a la hora de tener una boca sana siguió cambiando. De hecho, unos años después de que apareciesen las cerdas de nailon, salió al mercado el primer cepillo de dientes eléctrico.

Se inventó en 1954. Consiguió que el cepillado fuese más eficiente y que la boca estuviese libre de bacterias.

¿Ha habido cambios en nuestro siglo?

Sí que los ha habido, y en parte parece que se han producido hacia atrás. La razón es que los materiales como el plástico tienen muy mala prensa debido a que tenemos el planeta contaminado por ellos.

Eso ha hecho que se regrese a los materiales naturales y biodegradables, con maderas como el bambú y algunas similares.

A su vez, aquellos cepillos eléctricos que se inventaron en la segunda mitad del siglo pasado tienen poco que ver con los actuales.

Ahora empleamos cepillos eléctricos inteligentes, que monitorizan la manera en la que nos lavamos los dientes y nos ofrecen consejos para mejorar los hábitos del cepillado.

Además, traen diversos modos y temporizadores. Algunos nos indican, mediante una vibración, los segundos que hay que dedicar a cada “cuadrante” de la boca, por lo que nos cepillamos todos los dientes durante el tiempo correcto.

No tardarán en surgir cepillos que podrán analizar la cantidad de bacterias que tenemos en la boca, nos digan si hay demasiada placa acumulada, etc., y cuando eso suceda los tendremos en Foramen.

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